A la atención de Ramon Iglesias, pontífice del sindalismo moderno

 

Si no fuera porque también afecta a las compañeras que están en huelga y a la lucha misma, no me molestaría en responder las descalificaciones e insultos que lanza el periodista Ramon Iglesias contra mi persona. La cuestión es que quiero dejar bien claro algunas cuestiones que se plantean en la columna “Sindicalismo caduco” aparecida el pasado 24 de marzo, cuando las trabajadoras de CLECE llevaban ya 19 días en huelga.          

Primera: que soy portavoz del Comité de Huelga porque el Comité y las trabajadoras en asamblea así lo decidieron democráticamente; en cualquier momento pueden decidir que otro compañero o otra compañera haga esta función.         

Segunda: que la decisión de seguir adelante con la huelga y de todas las acciones que se llevan a cabo para denunciar la negativa de la empresa a sentarse a negociar, como las manifestaciones, el reparto de comunicados, etc., se debaten y se acuerdan en asamblea, con la participación de todas las huelguistas.         

Tercera: que no puedo más que considerar un insulto que me califique como “un profesional remunerado de la bronca”, ligándolo a lo que considera las huelgas salvajes de la recogida de la basura de otros años; a este respecto sólo digo que soy un trabajador de la empresa Musersa, que trabaja su jornada y gana lo que los demás, que soy delegado de CGT en el Comité de Empresa, y que siempre he defendido que los trabajadores deben decidir: cuando iniciar una lucha, cómo llevar la huelga y cuando ponerle fin. Así se hizo en las huelgas de la recogida de basuras en Girona y así se está haciendo ahora. Desde luego, esta manera de proceder no tiene nada que ver con los acuerdos que se firman a espaldas de los trabajadores, sin informar ni consultar a los trabajadores, por parte de los dirigentes de UGT y CCOO.          

Cuarta: que rechazo todos los calificativos ofensivos que lanza sobre CGT y la imagen que quiere trasladar de las trabajadoras en huelga como “una banda descontrolada” o como “fieras lanzadas sobre quien sea: empresarios, políticos, periodistas…” Las trabajadoras de CLECE en huelga y yo mismo somos los primeros interesados en que el conflicto se acabe cuanto antes y evitar las molestias que la huelga conlleva. Las trabajadoras de CLECE también tienen hijos que van a la escuela. Pero no puedo más que recordar que es la empresa la que se niega a negociar y la que está prolongando la huelga con su actitud irresponsable.          

Por último: el periodista, con sus ataques a lo que él considera una “huelga salvaje”, se pone del lado de la empresa en contra de las trabajadoras en huelga, por más que diga que cree que ellas tienen razón. Con sus ataques a las trabajadoras de CLECE en huelga desde el día 5 de marzo, el periodista demuestra estar al servicio de los ricos, al servicio de los propietarios y principales accionistas del grupo CLECE, un grupo empresarial que tuvo un volumen de negocio de 700 millones de euros en el 2006. Si realmente cree que las trabajadoras tienen razón, que el periodista lanze sus ataques a los directivos y los propietarios de la empresa CLECE, que son los que están explotando impunemente a las trabajadoras de CLECE de Girona, negándose a sentar a negociar una mejora salarial a trabajadoras que cobran 718 euros al mes por una jornada de 8 horas diarias.